Project Description

Javier Márquez
Se incorporó a «Perro Bueno» en el año 2016 y, como cirujano responsable del equipo veterinario es el encargado de dirigir el magnífico grupo de profesionales que compone Perro Bueno. Desde pequeño su pasión por los animales le llevó a licenciarse en veterinaria por la Universidad de Sevilla y dedicar su vida al cuidado de estos seres queridos.
Eligió la carrera de veterinario porque desde muy pequeño su vocación ha sido esa, siempre ha querido ser veterinario y nunca ha pensado en dedicarse a otra cosa. Cuenta que, con un año, de una bolsa de animales de plástico que le regalaron era capaz de sacar el animal que le dijeran porque los conocía todos.
¿Qué es lo que más te gusta de la profesión? ¿Y lo que menos?
Lo mejor es ser partícipe de la recuperación de los pacientes y ver cómo evolucionan. Lo peor es ver el estado en que llegan a estar algunos animales que caen en manos poco adecuadas y sufren lo indecible, ver el estado en que llegan se hace complicado.
¿Tienes mascota?
Sí, un perro, Danko de raza Beagle, y una perra, Roma de raza mestiza.
¿Cuál es tu animal preferido?
De los que atienden normalmente el perro y, de todos, mi animal preferido desde pequeño es el guepardo.
¿Cuánto tiempo llevas ejerciendo la profesión?
Desde 2010, 7 años.
¿Cuál es tu especialidad?
Dermatología. También anestesia y diagnóstico citológico.
El mejor momento que la profesión te ha regalado
Mi primer diagnóstico de pénfigo por citología. Para mí fue la primera aplicación de las horas de estudio dedicadas a especializarme en dermatología veterinaria y demostrar que el esfuerzo merece la pena para aprender y evolucionar.
¿Qué cualidad consideras necesaria en un veterinario?
Amor por los animales principalmente y saber adaptarse a las necesidades de cada paciente y cada propietario. Tener ganas de evolucionar, aprender y especializarse.
El caso que ha marcado tu carrera (hasta ahora)
El caso del perro que tuvimos en casa de mis padres y que tuvo un cáncer bastante grave y que tuvimos que dormirlo. De clientes el caso de Tao, que luchó como un campeón contra un linfoma hasta que no pudo más.